3 de agosto de 2012

QUÉ ME DAS, SEÑOR, A CAMBIO

De mi confianza cuando la deposito en ti y me alejo de los que me prometes otros paraísos ¿Qué me das, Señor, a cambio? De mi seguimiento y de mi fidelidad de mi silencio o de mi reconciliación de la ofrenda de mi vida o de mis esfuerzos ¿Qué me das, Señor, a cambio? De mi fe, aunque sea débil y hasta interesada De mi constancia, aunque a veces me quede por el camino De mi audacia, aunque en momentos piense más en mí que en Ti ¿Qué me das, Señor, a cambio? ¿Me darás, tal vez, la Vida Eterna, frente a esta efímera? ¿Tal vez tus palabras verdaderas en contra de las falsas que me rodean? ¿Tal vez tu mano cuando otras me abandonan? ¡Necesito que me des tanto, Señor! Tu presencia, cuando me encuentro huérfano Tu luz, cuando la oscuridad eclipsa mi esperanza Tu cielo, cuando sólo veo tierra y más tierra Tus mandamientos, cuando construyo una vida a la carta Tu respuesta, cuando ya nadie me escucha ni me responde ¡Dame, Señor, sobre todo tu persona! Que temo no encontrarte en la dirección por donde busco o, tal vez, hacerme un “dios” a mi medida Que temo encontrarte demasiado rápido sin cambiar mis días en poco o en nada Que temo confundirte con otros señores y disfrazarte de comodidad y de riqueza de orgullo y de existencia del todo fácil Ven a mi encuentro, Jesús, y aléjame de todo aquello que me impide ser tu testigo de todo aquello que me aleja de tu reino de todo aquello que me confunde y me degrada de todo aquello que, simplemente, no eres Tú. Amén Javier Leoz

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