30 de agosto de 2012

Novena de la Virgen de Viloria a la luz de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola




Durante los nueve días anteriores a la Solemnidad de la Natividad de Nuestra Señora la Virgen, bajo la advocación de Viloria, los cristianos de Cigales nos preparamos interiormente. Creamos un ambiente en nosotros mismos que nos ayude en el seguimiento de Jesús de la mano de María, la Virgen de Viloria. 

Este año he pensado que podría ser interesante dejarnos iluminar por la experiencia vivida en Manresa por San Ignacio de Loyola y que transcribió en el llamado libro Ejercicios Espirituales. Son estos nueve días preciosos para -dejándonos iluminar por Ignacio- suscitar en nosotros una experiencia interior de Dios que nos invite a seguir ahondando durante el día y, ojalá, toda nuestra vida.

Ciertamente, es difícil poder ofrecer pistas para la oración en ocho minutos de homilía, por lo tanto, con la predicación intento suscitar un interés, un deseo, el deseo de Dios, al modo de María y de Ignacio. Ojalá, algún día -como hace algunas décadas ya hicieron otros de esta parroquia- los cigaleños se animen a realizar esta experiencia. El peregrino de Loyola nos guiará de la mejor manera, pues son los Ejercicios Espirituales de lo mejor que el Señor nos dio -a través de Ignacio- a la Iglesia. Y todo ello ad maiorem Dei gloriam (A.M.D.G.)

                                                                     P. Juan Carlos Plaza Pérez




DÍA 1 - MARÍA, SANTA MADRE DE DIOS

DÍA 2 - MARÍA, MADRE DEL SALVADOR

DÍA 3 - MARÍA, MADRE DE LA RECONCILIACIÓN

DÍA 4 - MARÍA, MADRE DE LOS PECADORES

DÍA 5 - MARÍA, EN LA ANUNCIACIÓN

DÍA 6 - MARÍA, MADRE Y MAESTRA ESPIRITUAL

DÍA 7 - MARÍA, MADRE DE LA ESPERANZA

DÍA 8 - MARÍA, JUNTO A LA CRUZ DEL SEÑOR

DÍA 9 - LA VIRGEN MARÍA EN LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

19 de agosto de 2012

Madre María Evangelista


Madre Mª Evangelista

PRÓXIMA APERTURA DE BEATIFICACIÓN DE UNA MONJA NATURAL DE CIGALES. UNA VERDADERA ALEGRÍA PARA NUESTRA PARROQUIA Y PUEBLO.


Madre Mª Evangelista nació el 6 de enero 1591 en Cigales (Valladolid). Fue bautizada el día 18 del mismo mes en la Iglesia parroquial de Cigales, recibiendo el nombre de María. Sus padres eran Gonzalo Quintero e Inés Malfaz, que tuvieron otros cuatro hijos mayores que ella.

Al decir de sus contemporáneos, María era una niña pacífica pero muy despierta, y en todo normal como cualquier niño. Educada por padres cristianos y piadosos, manifestaba en todo esta educación. No sólo le gustaba acudir a los actos de piedad en la iglesia, sino que además invitaba a sus amigas a acompañarla. De jovencita seguía siendo piadosa, virtuosa y prudente, pero también despierta, ingeniosa y muy enérgica, con clara inclinación hacia la vida religiosa en una orden contemplativa. Este testimonio lo han dejado escrito sus contemporáneos.
Como su padre había fallecido en 1592 -cuando ella sólo tenía un año-, a los 17 años, expuso a su madre y hermanos mayores (uno de ellos, Antonio, que ya era sacerdote en la misma Villa de Cigales) su deseo de ser monja.
Después de las oportunas gestiones, María ingresa en 1608 en el Monasterio de Santa Ana de Valladolid y, por circunstancias incomprensibles pero sin duda providenciales, se le impuso el hábito de hermana lega el 10 de mayo de 1609. Al nombre de María se le añadió el de Evangelista. 
 

Durante el tiempo de noviciado gozó de buena salud y de un ánimo alegre. Su conducta era ejemplar, destacando por su humildad, caridad, obediencia y reflexivo silencio. Siempre pronta al cumplimiento de las exigencias de la Santa Regla.
El 20 de mayo de 1610 hizo su profesión solemne también como hermana lega. Antes de hacer esta profesión, como también antes de su ingreso en el monasterio y de su toma de hábito, ella intentó aclarar que sus grandes deseos de ser monja de coro para pasar su vida cantando las alabanzas divinas, pero tanto su hermano Antonio (su tutor) como gran parte de la comuni
dad, se opusieron a ello. Así es como María no tuvo más remedio que aceptar, resignada y humilde, ser hermana lega, -que al parecer tampoco era por falta de dote ni de preparación, sino por esos misteriosos motivos que la providencia utiliza para que podamos ver mas clara su Gloria-. 
A partir de aquí, esa divina Providencia actuó clara, y en muchos momentos milagrosamente, para manifestar que su voluntad era que María fuera monja de coro, ya que como monja lega no podía ser fundadora.
Poco después cae gravemente enferma y su hermano Antonio -sacerdote-, pretende sacarla de clausura y llevarla a Francia para curarla. Ella se opone radicalmente y ruega con fervor al Señor que la cure para no verse obligada a salir del monasterio. El Señor se lo concede, cuando humanamente no había esperanzas de curación, es visiblemente curada.
Pasados diecisiete años como hermana lega, y soportando enfermedades graves, por influencia de su confesor -el P. Francisco de Vivar-, y pese a la oposición de algunas monjas, Doña Ana de Austria, Abadesa del Monasterio de las Huelgas Reales de Burgos, le concede en 1626 la profesión como monja de coro.
Después que María Evangelista había comunicado a su confesor el desconcertante asunto revelado de que sería fundadora de un monasterio, llegó a Valladolid el matrimonio procedente de un pueblo de Toledo -Casarrubios del Monte- D. Alonso García de Ojea y Dª. María Rodríguez. Se establecieron en la ciudad con el fin de seguir más de cerca un pleito que tenían entablado contra el Conde de Rivadavia. 
La casa en la que residían estaba al lado de la capellanía del padre Vivar. Pronto surgió una íntima amistad entre el religioso cisterciense, que en alguna de sus conversaciones les habló de la humilde monja de Santa Ana a la que él admiraba por su vida santa. Ellos le manifestaron a su vez los proyectos de emplear su hacienda en una fundación.
Hasta conseguir llevar a cavo los proyectos de fundación hubieron se superar dificultades de todas cases, mas Dios quiso que fueran todas superadas
Así, de acuerdo con la Abadesa del Monasterio de Santa Ana y la Abadesa de las Huelgas de Burgos, el 25 de octubre de 1633, sale de Santa Ana de Valladolid, el grupo fundador de monjas salió hacia Casarrubios. D. Alonso y su esposa, habían partido ya antes, para ir tramitando los permisos de fundación en Madrid y Toledo.
Las fundadoras eran tres: la Madre María Evangelista, la Madre Francisca de San Jerónimo y la Madre María de la Trinidad, y dos jóvenes novicias. Como es obvio, el viaje tampoco fue fácil. llegaron a Madrid, donde se alojaron ocho días en el Monasterio del Santísimo Sacramento, mientras que D. Alonso, que sin problema había comprado las casas para construir el monasterio, tenía que hacer frente al pueblo alborotado que, incitado por las autoridades, se oponía a la fundación de un monasterio de monjas en la villa. Milagrosamente, todo se volvió a favor de la fundación y recibieron a las fundadoras tan bien que salieron a recibirlas todos los vecinos del pueblo con repique de campanas, música y cohetes. 


No sin grandes dificultades en el viaje fundacional, llegaron a Madrid, donde se alojaron ocho días en el Monasterio del Santísimo Sacramento, al tiempo que D. Alonso, que sin dificultad había comprado las casas para construir el monasterio, tenía que hacer frente al pueblo alborotado que, incitado por las autoridades, se oponía a la fundación de un monasterio de monjas en la villa. Milagrosamente, todo se volvió a favor de la fundación y recibieron a las fundadoras tan bien que salieron a recibirlas todos los vecinos del pueblo con repique de campanas, música y cohetes. 
La narración de la fundación escrita por M. Gertrudis, una de las primeras novicias que tuvo el Monasterio, dice: "Viendo los contrarios que sus diligencias no aprovechaban, y pareciéndoles que ésta era obra de Dios, desistieron de su oposición y comenzaron a mostrarse tanto más finos cuanto habían sido más contrarios. Y así, salió gozosamente el pueblo entero a recibirlas por el camino, tocando todas las campanas del pueblo y con instrumentos musicales, y tantas muestras de alegría cuanto ellos pudieron disponer".
Pese a que las grandes dificultades se iban misteriosamente solucionando, la vida de M. María Evangelista como vemos, no fue sólo de rosas, y la fundación del monasterio le costó grades dolores también. Hay muchos testimonios de monjas y seglares que se conservan en los archivos de los Monasterios de Santa Ana de Valladolid y en el de Santa Cruz de Casarrubios, que dan fe de una gran fama de santidad. Se conservan también varios volúmenes con sus escritos: tratados sobre la oración y virtudes, además de su itinerario de oración, que escribió por obediencia a su confesores, P. Francisco de Vivar en Valladolid y P. Francisco de San Marcos en
Casarrubios.
La Madre María Evangelista abandonó este mundo el 27 de noviembre de 1648, para disfrutar de la visión plena de su divino Esposo, dejándonos aquí una estela de luz y santidad que sigue atrayendo en pos de sí la admiración de todo el que conoce su vida y su obra. Su cuerpo se conserva totalmente incorrupto en este Monasterio fundado por ella.
Fue Abadesa hasta su muerte y la sucedió, en este cargo, M. Francisca y, a ésta, M. Trinidad, confundadoras con ella.
 

Domingo







Jesús es Pan de vida para nuestras almas. Que en este domingo, día del Señor, acudamos a la Eucaristía y recibamos a Jesús en nuestro corazón. Feliz domingo para todos.

7 de agosto de 2012

D. Facundo Simón, sacerdote (D.E.P.)

El día 7 de agosto de 2012 Facundo Simón pasó de esta casa a la del Padre. Lo hizo en el día que recordamos a Fray Antonio Alcalde, OP. hijo ilustre de esta villa de Cigales.

Llevaba un tiempo en la residencia de personas mayores que tiene Cáritas en Santovenia de Pisuerga. Allí dedicaba el tiempo para leer, rezar, jugar al ajedrez, acoger visitas y compartir con sus compañeros, vida y andanzas.

Su último destino como sacerdote fueron las parroquias de Rueda y Foncastín. Gracias a Dios, Facundo, pudo ver conseguido un sueño que tenía y que encomendaba al Señor cada día: la restauración total de la iglesia parroquial de Rueda, de la que se sentía tremendamente orgulloso. Cuantas veces me lo explicaba y me decía: "ya te llegará, ya te llegará,... hijo tienes que esperar".

Siempre estuvo muy en contacto con su pueblo, Cigales, del que se sentía de toda la vida. Los lazos con su familia y con los vecinos de nuestra localidad siempre le atrajeron para comunicarse con energía y alegría.

Cada dos semanas nos visitaba en la Casa Parroquial, los niños de la catequesis se alegraban mucho de sus visitas, de sus juegos y enseñanzas,... el día que no aparecía le echaban de menos.

Cuando le veíamos, como un cigaleño más, siempre era el día 8 de septiembre en el que celebramos Viloria. Allí en la ermita ofrecía al Señora, por medio de nuestra Señor, su vida y la vida de sus paisanos.

La Iglesia de Valladolid agradece a Facundo toda su labor y servicio, hasta el final de su vida.

Como párroco de Cigales, en muchas ocasiones, he compartido con Facundo muchas cosas y él conmigo. Cosas nuestras, aspectos de nuestro espíritu, nuestras alegrías y nuestras penas. La verdad es que la mayor parte de las veces vivíamos con mucha ilusión y alegría todo lo que nos rodeaba. Tenía especial sentido del humor que hacía agradable la convivencia. Facundo ha sido un buen compañero y Dios le sabrá recompensar su fe y misión.

Demos gracias al Señor por su vida e intentemos recordarle con alegría e ilusión.

Facundo, intercedes ya por nosotros ante el Padre.

Con cariño,

Juan Carlos Plaza Pérez
Párroco de Cigales


5 de agosto de 2012

Domingo 18 T.O. Ciclo B

Hoja Parroquial

"Yo soy el pan de vida"

He aquí el Evangelio de este domingo XVIII del tiempo ordinario. Que el Señor nos dé siempre de ese pan, el de la vida eterna, y que ansiemos siempre ser alimentados del pan de su palabra y de su Eucaristía. Feliz domingo para todos.


En aquel tiempo, cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello». Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado». Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: ‘Pan del cielo les dio a comer’». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».

3 de agosto de 2012

QUÉ ME DAS, SEÑOR, A CAMBIO

De mi confianza cuando la deposito en ti y me alejo de los que me prometes otros paraísos ¿Qué me das, Señor, a cambio? De mi seguimiento y de mi fidelidad de mi silencio o de mi reconciliación de la ofrenda de mi vida o de mis esfuerzos ¿Qué me das, Señor, a cambio? De mi fe, aunque sea débil y hasta interesada De mi constancia, aunque a veces me quede por el camino De mi audacia, aunque en momentos piense más en mí que en Ti ¿Qué me das, Señor, a cambio? ¿Me darás, tal vez, la Vida Eterna, frente a esta efímera? ¿Tal vez tus palabras verdaderas en contra de las falsas que me rodean? ¿Tal vez tu mano cuando otras me abandonan? ¡Necesito que me des tanto, Señor! Tu presencia, cuando me encuentro huérfano Tu luz, cuando la oscuridad eclipsa mi esperanza Tu cielo, cuando sólo veo tierra y más tierra Tus mandamientos, cuando construyo una vida a la carta Tu respuesta, cuando ya nadie me escucha ni me responde ¡Dame, Señor, sobre todo tu persona! Que temo no encontrarte en la dirección por donde busco o, tal vez, hacerme un “dios” a mi medida Que temo encontrarte demasiado rápido sin cambiar mis días en poco o en nada Que temo confundirte con otros señores y disfrazarte de comodidad y de riqueza de orgullo y de existencia del todo fácil Ven a mi encuentro, Jesús, y aléjame de todo aquello que me impide ser tu testigo de todo aquello que me aleja de tu reino de todo aquello que me confunde y me degrada de todo aquello que, simplemente, no eres Tú. Amén Javier Leoz